Toros y encinas.
Esto
es la segunda parte de la crónica de una ruta que hice por Portugal
para ver el paraje natural del Pulo do Lobo (salto del Lobo). Lo que
viene a continuación es el regreso, entre toros y encinas. Al final
podeís ver la primera parte y el mapa del recorrido completo a través de
un enlace.
A
estas alturas de la ruta, paro en un merendero junto a Barrancos para
comer y después iniciar la parte española del recorrido. Ésta se inicia
en Encinasola, provincia de Huelva, teniendo como primer tramo una vieja
y abandonada carretera que parte en dirección Jerez de los Caballeros.
La llamo carretera por abreviar, pero, en realidad, es una mezcla de
camino de tierra, de asfalto y de gravilla, socavada cada pocos metros y
con una capa de piedras sueltas semejantes a canicas; es decir, tiene
lo peor de la carretera junto a lo peor de las veredas. Pero no me cogió
de sorpresa, yo sabía esto y quise conocerla. Fueron unos 10 km. muy
lentos por medio de la sierra.

Cuando dejé este tramo me alegré de iniciar el siguiente por una pista de tierra donde las cosas están claras, no hay engaños y sé cómo conducir. Aquí empezaba mi ruta entre toros y encinas. Lo malo es que está pista finalizó porque en medio de ella estaban varios ejemplares de un animal a medio camino entre un manso cabestro o un toro, toro. No quise descifrar el enigma y regresé por donde había venido.
Ahora estoy en la zona llamada Dehesas de Jerez, en mitad de la sierra, en un punto intermedio entre el triángulo formado por las localidades de Jerez, Oliva de la Frontera y Zahínos, siendo éste mi próximo destino, pero por pistas; así que inició una que allí me habría de llevar después de unos 15 km. La primera mitad de este recorrido fue por un camino estrecho, entre cercas de piedra seca, con algún pequeño banco de arena y algún barro residual, pero poca cosa. Más temía yo el hecho de estar navegando de memoria, sin saber muy bien si estaba en la pista correcta; pero, sorprendentemente, mi TomTom reconoció estas pistas y me guió. El principal obstáculo en esta primera parte no fue la arena, ni el barro, ni las piedras y hoyos,... sino los toros. Circulando yo pendiente del camino y, como dije antes, entre paredes de piedra, me vi, de pronto, a escasos 30 ó 40 metros de dos toros, toros; estaban cada uno a un lado del camino por el que yo tenía que seguir, mirándose y mugiéndose, siendo lo único que los separaba de mi una pared que me pareció que les llegaba a las rodillas; dejaron de mugir y me miraron, los miré y busque con la mirada alguna vía de escape que no había; dejaron de mirarme y se pusieron a comer; aceleré y pasé; miré por el retrovisor y allí seguían. Quizás sea una tontería y nunca estuve en una situación apurada, pero si hubiera habido manera de dar la vuelta, lo hubiera hecho, como lo hice un rato antes. Finalizada esta primera parte del camino, enlazo con una pista rápida, de las de poner cuarta, y llego a Zahínos. Esta zona está particularmente poblada de toros y encinas.
La
última parte del recorrido consistió en hacer un enlace por carretera
hasta la localidad de Acehuchal, desde donde tomé otra pista hasta San
Benito. Resultó ser otra pista rápida que discurrió, otra vez, entre
fincas ganaderas con reses de lidia (decir, que estoy en una zona "muy
torera") y caballos.
- Esto es dehesa y donde hay toros tambièn hay cerdos.
Pista entre Alconchel y San Benito. Cerca de éste último pueden verse toros de lidia.
Algunos "bichos" junto a la pista de la foto anterior.











Comentarios
Publicar un comentario